Esa piel apagada y tirante que pierde flexibilidad y
confort: ¿está seca o deshidratada? La pregunta puede parecer
trivial, pero es importante porque, dependiendo de la respuesta, no cuidarás
tu piel de la misma manera.
Lo primero que hay que saber es que, si bien la piel seca es una afección
permanente (es un tipo de piel), la piel deshidratada es solo temporaria (y
puede afectar a todos los tipos de piel). Sin embargo, la piel seca y la piel
deshidratada tienen algo en común: en ambos casos, la calidad de la película
hidrolipídica está comprometida y no le permite desempeñar
su función protectora.
En el caso de la piel seca, las glándulas sebáceas son las
culpables: no producen suficiente aceite. En el caso de la piel deshidratada,
la humedad en la epidermis se evapora con demasiada facilidad debido a factores
internos y externos.
Para responder correctamente a las necesidades de la piel y reducir las
molestias asociadas, es necesario proporcionar cuidados adaptados a ésta
piel frágil. ¡Y no te equivoques!
LA EXPLICACIÓN EN DETALLE
¿Piel seca o deshidratada?
En términos clínicos, la
piel seca y la piel deshidratada son muy similares. Sin
embargo, es esencial diferenciarlas para darles los productos
adecuados para el cuidado de la piel, especialmente en momentos
clave para tu piel, como el embarazo o la temporada de
invierno.
La piel seca es el resultado de una
disfunción de las glándulas sebáceas,
responsables de la producción de sebo, que interviene en
la formación de la película hidrolipídica.
En resumen, la piel seca carece esencialmente de oleosidad
corporal (y esta carencia se acentúa con la edad).
¿Cómo se nutre? ¿Cómo puedo cuidar
las zonas especialmente secas del rostro, las piernas o las
manos?
La piel deshidratada es solo ocasional y
¡puede afectar tanto a la piel grasa como a la piel seca!
Su principal característica es que lucha por retener la
humedad dentro de la epidermis y mantener un buen nivel de
hidratación. ¿Cómo identificarla? ¿Cómo
puedes ayudar a recuperar su equilibrio?